tucuman (mitos y leyendas)

martes, 22 de marzo de 2011

Perros salvajes!

Perros salvajes
Todos los perros eran salvajes en tiempos pasados. Los canes domésticos, los lobos, los zorros y los perros salvajes que aún existen en distintos lugares, pertenecen a la misma familia, la de los cánidos, cuyos antepasados comunes vivieron en épocas ya muy remotas. En la isla de Achill, junto a la costa occidental de Irlanda, pueden verse todavía unos perros salvajes que no son otra cosa que lobos pequeños. No debemos, pues, maravillarnos de que los hábitos del perro salvaje sean semejantes a los del lobo. Los perros salvajes cazan del mismo modo que los lobos, atacando, cuando están hambrientos, a cualquier animal, sea cual fuere. En el Oriente, los perros salvajes limpian las calles de las ciudades, penetrando en ellas por la noche para comerse las inmundicias, con lo cual, en cierto modo, favorecen la higiene y salubridad de las poblaciones.
Los chacales hacen algo parecido en la India. El chacal viene a ser un lobo pequeño. Es un animal vil, que sigue siempre al tigre y al león, como si fuera su sombra. Cuando el tigre ha matado a un animal y se ha hartado de comer su carne, los chacales, que han permanecido echados a respetuosa distancia, se acercan para devorar los restos del festín. También comen la basura que hay en las calles de las aldeas; y además son muy ladrones, por lo que se requiere apelar a la vigilancia de los perros para poner coto a sus depredaciones. La nariz del chacal no es tan puntiaguda como la del zorro, pero sí más que la del lobo común; y tiene la cola peluda que caracteriza al primero.
Si acaso hay algún animal más repugnante que el chacal, seguramente es la hiena. Pero, pese a ser tan feas y repulsivas, las hienas resultan de gran utilidad, desde el punto de vista sanitario, en los países donde viven. Los restos de animales que han ido a morir en medio de los bosques, o los cadáveres abandonados, inficionarían el aire, al entrar en putrefacción, si no se les hiciera desaparecer por la cremación o enterrándolos; pero no son necesarias tales medidas en los lugares donde hay hienas, pues éstas suelen salir de noche, reunidas en manadas, y devoran toda la carne que encuentran, sin dejar siquiera los huesos.

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